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• hace 1 mes
La leyenda dice que en la base de la columna vertebral de todo ser humano existe una energía dormida. Dicha energía está representada por una serpiente enrollada en el hueso sacro. Mientras esa energía permanece latente, las personas vivimos en un estado de adormecimiento o de ilusión.
Mientras vivamos en ese estado de adormecimiento, seremos prisioneros de los ciclos de causa y efecto (el llamado karma). Estaremos inconscientes de nosotros mismos, como actores de nuestro verdadero papel en la vida.
Al permanecer en un estado de ilusión, buscamos solo aquello que el mundo material nos ofrece. Nuestra felicidad está inevitablemente dependiendo de él. Corazones y mentes, alma y espíritu, se mantienen esclavizados por las sensaciones materiales de placer y dolor, y las conductas morales basadas en los conceptos del bien y del mal. Valoramos más a la seguridad y a la estabilidad que a la espontaneidad y a la libertad.
Cuando la serpiente despierta, se transforma en Shakti Kundalini, y comienza su ascenso por la médula espinal y su recorrida por los chakras, activando a cada uno de ellos. Al llegar al sexto chakra, llamado Ajna o Agñá y simbolizado por una flor de loto con dos pétalos, Shakti encuentra dormido a su amado: Shiva, la conciencia espiritual.
Shakti comienza a danzar para Shiva, y el amor que emana de su baile lo despierta. Shiva se suma al baile de Shakti y ambos se funden en un único ser. La historia termina cuando este único ser, Shiva-Shakti, se transforma en luz, y como un espiral de energía que atraviesa el portal de Brahma (el séptimo chakra, ubicado en la coronilla), asciende y vuelve a la luz original.