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• hace 2 años, 2 meses
Una vez, Confucio paseaba a orillas de un rio, de repente vio un anciano que se estaba bañando, era Lao Tse, Confucio se acercó y el maestro Lao, salió del agua completamente desnudo. ¡SEÑOR¡ grito Confucio, apartando la vista, veo que a Usted le falta sentido de dignidad humana. Si los humanos se pasearan desnudos, ¿De qué modo podrían distinguirse de las aves y demás animales?. Señor, contesto Lao Tse, ¿es algo tan malo ponernos a nivel de las aves y demás animales? En ellos no hay ambición de fama ni codicia, ni se revuelcan en la lujuria. Tenga la bondad de perdonarme si prosigo con mi baño.
Otro día, Confucio predicaba sobre la benevolencia a unos discípulos. Lao Tse lo observaba y de pronto se acercó agitando los brazos y graznando como un cuervo. Al instante el benévolo sabio reaccionó con un rugido y rojo de ira. Señor, dijo Lao Tse, quede edificado con lo que Usted dijo sobre la benevolencia ¿A qué viene ahora este cambio tan repentino?. Si los humanos tuvieran que enfurecerse tanto contra los ancianos que quieren bromear un poco, ¿Cómo podrían distinguirse de los tigres hambrientos?…