El ser humano da lo que tiene, no lo que quiere.
Comúnmente se obsesiona con quién no tiene que ofrecerle y rechaza el cariño de quien generosamente se lo ofrece.
El humano es raro, no sabe dar amor, tampoco recibirlo. Suele sentirse bordado a mano, tratando de desviar la atención para que no lo vean débil.
La vida es simple y tiene un propósito fundamental.
Amar a Dios y al prójimo como a ti mismo/a.